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QUEVEDO

VS

​GÓNGORA

¿De qué trata esta sala?

Quevedo contra Góngora, el combate del Siglo... de Oro. La rivalidad entre ambos poetas podría bien asimilarse a un combate de boxeo sin límite de rondas, donde cada uno busca las debilidades del contrario, empleando para ello sus diferentes estilos.

Francisco de quevedo

Por Juan van der Hamen

EL ORIGEN

 

 

El origen de este "conflicto"comenzó en la Corte de Valladolid donde Quevedo, desde joven, hizo circular poemas que parodiaban y/o satirizaban el estilo que Góngora plasmaba en los suyos (el cual era bastante serio), con la intención de aprovechar la fama que Góngora había conseguido por aquel entonces, a fin de aumentar la suya propia. Llegó un punto en el que el cordobés se dio cuenta de esto, y decidió contraatacar de la misma forma.

Los poemas más famosos de ambos fueron Un hombre de gran nariz (aunque más conocido por su primer verso) escrito por Quevedo y A Francisco de Quevedo, escrito por Góngora:

Francisco 

de

Quevedo

Este poeta madrileño destacaba por el estilo burlesco y la sátira que mostraban sus obras. Fue el máximo exponente del Conceptismo (corriente literaria cuyo objetivo era el de asociar de una forma ingeniosa palabras e ideas, predominando en todas ellas el uso de la imaginación). Quevedo empleaba gran variedad de recursos literarios, entre ellos, bastantes antítesis, paradojas, laconismos y el doble sentido entre otros. 

A Apolo siguiendo a Dafne

(Ejemplo de conceptismo)

-

Francisco Quevedo

Luis

de

​Góngora

Góngora ganó gran parte de su fama debido a su estilo serio y culto, siendo el mayor exponente del culteranismo (corriente literaria cuyo objetivo principal consistía en expresar ideas de poca importancia mediante un vocabulario excesivamente culto). Este autor destacó por el uso de metáforas, así como de hipérbaton. Un dato más acerca de Góngora es que intentaba crear neologismos, es decir, nuevas palabras / nuevos significados a las palabras mediante términos de otras lenguas cultas, tales como el latín o el griego.

No todos son ruiseñores

(Ejemplo de Culteranismo)

-

Luis de Góngora

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